HOLA!!!!!!! Hoy estamos de celebración. Hoy estrenamos el primer capitulo de mi historia larga, que aun no tiene nombre (se admiten sugerencias). Si tiene aceptación y gusta la historia seguirá. Si no, bueno...algo se me ocurrirá. Y sin mas preámbulos (tambores): Espero que os guste.
-Capitulo 1-
Esa noche no había dormido bien y cuando por fin conseguí
dormirme el despertador sonó con ese típico chirrido.
Era martes, y empezaba el bachiller. Técnicamente empezó el
lunes anterior, pero solo había sido una reunión aburrida en un viejo teatro
del Instituto.
No tenia tiempo de remolonear en la cama, el autobús no
esperaba. Me levante me vestí como siempre y me fui.
El autobús llegó puntual, subí y me senté en el asiento del
fondo, como solía hacer cuando iba al colegio.
Contra más me acercaba al Instituto, más nervioso me ponía y
miles de preguntas me asaltaban: ¿Cómo serán mis compañeros? ¿Les caeré bien?
¿Serán simpáticos? ¿Qué debo hacer?
Yo era un chico normal, no era especialmente alto ni
atlético y mi pelo y mis ojos eran los típicos marrones.
En el antiguo colegio yo no era muy popular que se diga,
siempre pasaba los recreos con un chico que en 2º de Eso se marcho a Sevilla a
vivir y no volví a saber de el. Le consideraba mi mejor amigo pero ni siquiera
se despidió de mí.
Yo sabía que era un poco distinto, diferente. No era culpa
mía que la gente no quisiera hablar conmigo, y todo esto me hacia estar
bastante asustado por lo que pudiera venir.
El autobús se detuvo y baje. Tenia que ir al aula 013.
Estuve varios minutos dando vueltas, en el mapa no salía, hasta que al fin la
encontré. Estaba casi al final del Instituto y era una puerta más bien pequeña
y un poco gastada, que pasaba inadvertida. Abrí la puerta y dentro encontré a
varios grupos de gente que ni siquiera se resignaron a mirarme. No recordaba
haber visto a nadie en la reunión del lunes. Al final de la clase había una
mesa libre, que estaba pegada a otra en la que había sentado un chico, parecía
majo aunque un poco solitario, así que me encamine hacia ese sitio y me senté.
-Hola, me llamo Eric- dije intentando parecer lo mas
tranquilo que pude.
-Hola, soy Cristian-y esa fue toda nuestra conversación.
La puerta se
abrió y entró en la sala una mujer no muy alta y bastante
rellenita. Detrás de ella estaba un hombre alto y de buena presencia,
trajeado y bastante serio que parecía ser el director del
instituto. La mujer me señalo y le pregunto a su superior:
-¿Es ese?
-Si.
-contesto fríamente.
-Por favor - me
dijo la mujer- Ven.
Todos los
alumnos que estaban en la clase se quedaron callados. Me levante
y abandone la sala con el hombre y mientras me
alejaba oí decir a la mujer de fondo:
-Alumnos,
bienvenidos al Instituto de Magia...
Recorrimos en silencio el largo pasillo. Yo estaba bastante
desconcertado con la ultima frase que le había oído decir a la mujer, que debía
de ser la profesora. No tenia ningún sentido, me refiero, la magia no existe y
además ¿Por qué me habían sacado de clase? ¿Habría hecho algo mal? Pues vaya
forma de empezar.
Llegamos a su despacho. Era un despacho bastante normal.
Mucha madera por todas partes, un escritorio viejo y dos sillas al otro lado.
-Por favor, Eric verdad, siéntate.
Yo obedecí sin decir palabra. No parecía enfadado en
realidad parecía como esperanzado, contento incluso.
Saco de un cajón una caja alargada, no sabría decir muy bien
de que era, la dejo encima de la mesa y me pidió que la abriera.
Con sumo cuidado cogí la caja y le quite la tapa. Una tela
translucida protegía el contenido, pero yo ya sabia lo que era. Retire la tela
y descubrí un palo transparente, largado
y totalmente liso.
-Esta es tu varita mágica. Es una varita de cristal. De
entre los tipos de varitas, es la menos común, si olvidamos que todos los tipos
son bastante comunes. Es un regalo de tus padres.
-¿De que tipos?- pregunte sin saber muy bien que decir. Un
hombre me esta diciendo que existe la magia, y no conformándose con eso, decía
que yo era mago. Ahora si que estaba perdido.
-Existen tres tipos de varitas: las de madera, las de metal
y como la tuya las de cristal. Pero ahora hay cosas más importantes de las que
hablar. Como bien te habrás dado cuenta, eres un mago.
-No, yo no soy un mago. Yo soy un chico normal y mis padres también.
-En realidad esas personas con las que vives no son tus
auténticos padres, son dos personas normales que están bajo un hechizo para que
crean que eres su autentico hijo.
-Eso no puede ser- dije frustrado. Tolero que un loco me
diga que existe la magia y todo lo quiera, pero que mis padres no son mis
padres, eso ya sonaba a total majadería.
-Bueno hay una forma de comprobarlo, si me permites.
Extendió su mano y saco de su chaqueta una varita de metal y
con la otra me cogió por mi muñeca izquierdea. Me retiro la manga y apunto con
si varita. El extremo se ilumino de un tono violeta y en mi muñeca apareció un símbolo
como de un Sol. Yo estaba flipando en colores. Aparto la varita y dijo:
-Eres un mago. Tienes la marca del Crisol.
Volvió a abrir el cajón y saco un libro, no era
especialmente gordo y parecía bastante nuevo.
-Quiero que empeces hoy mismo a practicar. Tus compañeros
llevan por lo menos desde principio de verano.
Y dicho esto se levanto hacia la puerta, la abrió y me dijo
que ya podía irme y que estuviera puntual en la siguiente clase. Cogí el libro
y la varita con la caja y me marché.
No entendía nada. Todo eso había pasado tan rápido. Esperaba
que en la siguiente clase alguien pudiera explicarme algo.
¿Y? ¿Que tal? Espero vuestros comentarios con la opinión.
J. Tetch.